31.7.07

Dónde y con quién

Fin de semana movidito. El viernes cena con D, y retorno a mis dos locales favoritos, después de más de un año (quizás dos). En el primero habían hecho reformas, pero sólo en el interior. La música, tan buena como la de siempre. En el segundo, todo igual a como lo recordaba.

El sábado, cena con C, y descubrimiento de dos locales en Castelldefels. La música bastante buena en los dos (en el segundo incluso sonó el Notorious de Duran Duran).

En los dos días, buena compañía, buena conversación y risas. Sin embargo, una gran diferencia. Con D, no puedo decir qué tipo de gente había a mi alrededor, si los tíos me miraban, si las tías iban muy pasadas, únicamente la sensación que no estaba en un parvulario. Con C, todo lo contrario. Las dos extremadamente conscientes de la gente a nuestro alrededor. Cómo se pavoneaban los tíos, los modelitos horribles de muchas, los grupillos de gallinas divorciadas rondando los 40 (su visión me aterroriza, hace que me pregunte si yo también tengo ese aspecto y que me replantee si quiero volver a salir por la noche).

Hasta ahora, nunca me había fijado en cómo se cierra nuestro campo de visión cuando estás con determinadas personas. Curioso y, después de reflexionarlo, creo que también peligroso.

23.7.07

Crónica de una muerte anunciada

Desde el principio me pregunté cómo acabaría mi relación con I. Ahora ya lo sé. Ayer perdí los nervios y hoy me ha dicho que mejor que nos estemos una temporada sin hablarnos. Técnicamente nuestra amistad no ha terminado, pero supongo que esa temporada se alargará hasta el fin de los días.

Yo fui la que contacté con I, y a pesar de que me lo ha preguntado muchas veces, nunca le he dicho cuál fue el verdadero motivo. Estuve tentada de decírselo, pero por miedo a que dejara de hablar conmigo no lo hice. Luego decidí que no importaba, que lo único importante era nuestra amistad.

Lo de ayer tampoco fue tan grave, pero supongo que I se ha dado cuenta antes que yo de que quizás dependo demasiado de él, o quizás él se haya dado cuenta de que depende demasiado de mí y que, de seguir así, a lo mejor nos hacíamos imprescindibles el uno para el otro. Siempre separados por la distancia, pero siempre juntos, y tan juntos que no podemos avanzar hacia ningún lado.

I, te echaré de menos. Intentaré no estar triste, aunque ya estoy comprobando lo difícil que resulta. Quizás nos reencontremos en el 2039.

20.7.07

Sopa de ideas (2)

Otra vez se me han acumulado los temas para el blog. Voy pensando en uno, y cuando todavía no está maduro, me sucede o se me ocurre algo que deja obsoleto lo anterior. Los recojo todos hoy, porque no van a crecer más y tenerlos rondando en la cabeza no me deja concentrarme.

Regalos

El domingo estaba en la playa con mi amiga C, y hablando de tíos (como no), me dijo lo agradable que era que te regalaran la oreja. Tienes razón, le dije yo, el martes fui a hacerme unas gafas nuevas y la vendedora de la óptica me dijo que tenía unos rasgos perfectos y que podía usar cualquier tipo de gafas, que todas me quedarían bien. Se nota que quería venderme algo extremado. Entonces, va C y me suelta que ella siempre me había considerado de las más guapas de la clase (C y yo fuimos juntas al cole desde los 6 a los 14 años). Vaya, en mi imaginación siempre me había gustado ser la guapa, pero estaba convencida de que eso no era así. Estos últimos días han sido buenos en regalos para mis oídos, el martes D me dijo que tenía unas piernas bonitas y la semana anterior que le resultaba altamente atrazztiva, y al poner la foto del piercing nuevo que me compré, mi ombligo ha recibido numerosos piropos.


Referencias

Hoy volvía a hablar con C, esta vez por msn, y cuando le digo que el miércoles por la mañana me quedé un poco descolocada, porque al despedirme de D me dio un abrazo, ella me dice que le parecía muy tierno, que eso denotaba que era cariñoso, como ella. Yo lo había interpretado como un estuvo bien, pero aquí se acabó todo. Es curioso como cada uno interpreta pequeños gestos en función de sus referencias. El tiempo dirá quien de las dos estaba en lo cierto.


Norte

Hoy he ido a buscar la brújula que tenía pedida con los puntos de la Caixa. Quizás ahora ya pueda enderezar mi camino y no ir tan perdida por la vida. Aunque quizás la brújula sólo me confirme que voy dando tumbos sin ton ni son. Eso sí, no debe ser fácil utilizarla, porque viene con manual de instrucciones y todo.


Imprescindibles...

Últimamente he estado en casa de 2 personas que no tenían microondas, lo cual me ha sorprendido grandemente. El microondas no es mi electrodoméstico favorito, pero lo encuentro tan sumamente práctico que una cocina sin microondas me parece una cocina desnuda. Mi pregunta invariable cuando detecto la falta de micro: ¿pero tú dónde calientas la leche?. Evidentemente, en el cazo de la leche, pero es que hace tantos años que no dispongo de uno que nunca caigo.

14.7.07

A veces... (Addictions vol. 3)

A veces me olvido que lo nuestro no puede ser. Hablamos, y a pesar de que no me creo que vayas a venir tal como me prometes, tal y como me has prometido mil veces ya, mi corazón se encoge y mi cabeza se dispara. Me haces soñar con el futuro y por eso me gustas.

También me dijiste, como me dicen todos, que no puedes ser mi pareja. Me dices que no podría aguantarte ni dos semanas. Yo te contesto que seguramente tú no me aguantarías a mí ni dos días. Pero aún así, en mi cabeza estás tú.

Luego me dices lo mucho que te gusto, cuanto deseas estar conmigo, que la semana que viene sin falta lo consigues, y que si me apetece decirte algo que te llame, te envíe un sms o te escriba un e-mail. Y yo te digo que no quiero ser una pesada (pero en realidad pienso que no volveré a someterme a la tortura de que no me cojas el teléfono ni me respondas a lo que te escribo, por eso borré tu número).

A veces me olvido que tú tampoco eres para mí.

12.7.07

Again

Me han vuelto a anular otra cita. Sí, sí, otra vez. S está de acuerdo conmigo en que no es normal. Pero también me ha dicho que quizás es porque los tíos ven en mí una chica fácil, por lo que cualquier otro plan siempre pasa por delante.

Y lo peor de todo es que, otra vez, me había ilusionado de nuevo.

4.7.07

Puaj...

Acabo de volver del gim. Son las 11 de la noche y todavía no he cenado, pero esto debo escribirlo en caliente.

Un sprint para no perder el trasbordo, y como he subido en el vagón del final y mi salida está por la cabeza del metro, he tirado hacia el fondo del vagón. Sólo 2 paradas, así que mi intención es no sentarme, sino apoyar el culo en la barra que hay detrás de los asientos. Como salgo por el lado derecho, me sitúo en ese lado del vagón, tengo la barra para mí sola porque hay muchos asientos vacíos. Delante mío se coloca un chico joven.

Al menos voy de cara, pienso yo, y justo en ese momento me doy cuenta que el tío lleva en la mano una gorra roja. Pero eso no es todo, lleva los pantalones tipo militar desabrochados, se le ven los calzoncillos azules y cuando ya pensaba que jamás entenderé esta moda de ir enseñando los calzoncillos me doy cuenta que el tío también lleva fuera su polla en plena erección, medio tapada por la gorra (mi percepción de toda la situación ha sido mucho más rápida de lo que se tarda en leer la descripción, apenas un segundo o dos).

He optado por sentarme, de espaldas al susodicho, y en el lado izquierdo del vagón (que volvía a ser el derecho, puesto que ahora miraba en sentido contrario al avance del convoy). El exhibicionista, ni corto ni perezoso, se ha cambiado de sitio, colocándose delante mío, justo en diagonal, asegurándome un ángulo perfecto de visión.

Total, que ya me ves dos paradas, mirando hacia el suelo (porque si miraba hacia la vía le veía reflejado en el cristal) y pensando en un camino alternativo a casa que pasara por la comisaría de los mossos, caso de que al tío le diera por seguirme. Afortunadamente, se ha quedado en el vagón y yo he vuelto a casa por la ruta habitual.

Esta no es mi primera experiencia con exhibicionistas de metro, tampoco me asusto demasiado, pero simplemente, no me apetece ver las pollas de los demás porque me lo impongan y me da rabia que coarten mi libertad para dirigir mi mirada allí donde me apetezca.