20.3.10

Message in a bottle

Hoy vuelvo a estar con ganas de llorar (veo que como en el último post que escribí). He pensado que si intento escribir lo que me pasa quizás se me pase ;)

Hoy no estoy triste porque haya tenido una semana dura. Es cierto que todavía tengo más trabajo del que puedo manejar y que voy atrasada. También estoy con los exámenes de chino y después de casi dos meses de no ir a clase pues no es que me entere de mucho que digamos. Pero creo que no es eso.

La sensación de hoy ha ido creciendo poco a poco. Tengo una duda existencial. A pesar de que he llegado al convencimiento de que como seres humanos no tenemos ningún propósito en la vida (y eso es muy duro), hoy me preguntaba si las cosas que me pasan tienen algún objetivo o, como mínimo, algún sentido.

Cada vez me siento más vulnerable. Supongo que en realidad cada vez lo soy menos, pero las experiencias me hacen consciente de mis vulnerabilidades, con lo que mi percepción de mi vulnerabilidad aumenta.

Esta semana también me estoy preguntado lo siguiente: ¿qué sentido tiene que intente tener una buena relación con el último tipo que me rompió el corazón y que siga viéndole y quedando con él?

Hace ya varias semanas que habíamos quedado para comer y para ir al cine, pero al final he tenido que anularlo en 2 ocasiones. Este fin de semana podría haberle llamado para intentar quedar con él, pero algo me dice que no debo hacerlo. A pesar de que ahora no me pongo a llorar desconsoladamente en el momento más imprevisto, sí que es cierto que vuelvo a pensar en él. Me dijo muchas mentiras y tengo claro que no quiero estar con un mentiroso, incluso tengo claro que no quiero estar con él en concreto. Sé que se aprovechó de mí porque estaba necesitada de cariño (además de darme cuenta por mí misma, él también me lo ha confesado). Al principio únicamente estuve en guardia por si quería aprovecharse económicamente y cuando vi que ése no era el caso, bajé la guardia. Pero él sí se aprovechaba. Buscaba alguien que le perdonara todas las cosas que hacía mal. Que le pasara por alto todas las mentiras. Alguien que le hiciera compañía cuando le interesaba no estar solo. Y todo a cambio de un poco de cariño. El mismo truco que desde siempre había utilizado con sus padres y que ahora le seguía funcionando con mujeres solas, alrededor de la cuarentena y sin grandes problemas económicos. No he sido la única. Ni la primera ni la última. Simplemente una más.

Esta semana además he vuelto a hablar con M, otro de mis tíos erróneos. Otra persona gracias a la cual he aprendido bastantes cosas sobre mí misma. Le tenía bloqueado en el msn, pero en un momento de debilidad volví a desbloquearlo y ya no pensé más en ello. El otro día inició una conversación. Supongo que es otra persona que busca alguien que le llene on-line los ratos en los que se aburre. Yo le estuve echando puyas durante la conversación e incluso le dije que le tenía bloqueado por engañarme. Me dio su teléfono y me dijo que si necesitaba charlar con alguien que lo llamara. Mientras estoy escribiendo esto he hecho la prueba y he llamado. Tiene el móvil desconectado, sin contestador, así que aunque hoy sí que necesito charlar con alguien, él tampoco está disponible (S vuelve a estar ilocalizable, tendencia habitual últimamente).

Ya he localizado a S, pero ella tiene problemas más graves que escucharme a mí. Dice que a su hijo le dan temblores (ahora cada día, antes una o dos veces al mes) y, claro, está preocupada, porque los médicos le dicen que no pueden hacer nada y que no sirve de nada hacerle un encefalograma si no es cuando le está dando el temblor. Se ha dado cuenta que no estaba bien, pero le he explicado que estoy intentando no llamar al último tío con el que estuve y que por eso no estoy bien y he colgado rápidamente.

Me doy cuenta que estoy atravesando una época en la que necesito tener a alguien que me escuche, alguien que no esté peor que yo y que me ayude. Un soporte. No quiero ser una carga impuesta, me gustaría ver la predisposición en alguien, pero no la veo, así que de momento parcheo.

Hoy me ha quedado un post largo y desordenado, y no sé si me ha ayudado escribirlo (ahora ya sí que estoy llorando). Podría no publicarlo. O ahora que lo he escrito recortarlo. O dejarlo tal como está y esperar que alguien lea el mensaje y venga a rescatarme. ¿Son los blogs de hoy simplemente el mensaje en una botella que el náufrago echa al agua con la esperanza de que lo vengan a rescatar? (voy a cambiar el título del post, de Tristeza 2 a Message in a Bottle, que queda más internacional).



7.3.10

Tristeza

Hoy me siento infinitamente triste. Supongo que es el resultado de esta semana, que ha sido muy dura. Como siempre, las hormonas no han ayudado.

2010 empezó bien, un proyecto nuevo y a los pocos días una oferta de trabajo que se prometía como una salida a la situación de incertidumbre que supone el trabajar por cuenta propia. Además creía que mi corazón ya estaba curado y tenía un millón de planes para aprovechar cada minuto.

Sin embargo, tantas cosas buenas me han desbordado. Tuve que dejar de asistir a clase de chino, comer en el tren de camino de un trabajo a otro, trabajar hasta pasadas las 12 de la noche y los fines de semana y presentarme a mis reuniones sabiendo que no las había preparado como era debido. Y para colmo, teniendo que enfrentarme con la que se suponía iba a ser mi apoyo en el nuevo trabajo y que más que sumar ha resultado que restaba. Y con todo ello, todos mis planes se quedaron en simples ideas que tuve un día y que no retomé por falta de tiempo.

El jueves dejé el trabajo y redefiní el tipo de servicios que iba a prestar, esta vez como autónoma. A pesar de que he renunciado a mis responsabilidades, desde entonces no he parado de pensar en ellas. Ahora, con un poco de perspectiva, la cosa no parece tan grave, aunque supongo que la gravedad se ha diluido porque ya he dicho que yo no quiero ser responsable de todo, y por lo tanto, puedo centrarme en lo que realmente es importante y dejar lo otro de lado, porque al fin y al cabo, ya no es cosa mía.

Ahora que he recuperado mi vida, sin embargo, al haberlo hecho tan de golpe y sin tiempo para llenar los huecos que otra vez me han quedado, vuelvo a sentirme sola y eso me entristece. Siempre me pasa lo mismo. Me centro en lo que me parece importante en cada momento, ése algo llena mi tiempo y cuando desaparece de repente el vacío me golpea con toda su fuerza.

Hoy es el cumpleaños de S y me han invitado a comer a su casa, con toda la familia. Eso me hace sentir más sola todavía. Me aprecian, pero al fin y al cabo no son mi familia, sino la suya. Y S se irá mañana y ya no sé cuando volverá. Las cosas han cambiado, pero yo quiero lo de siempre, compañía, un abrazo y un poco de cariño (de acuerdo, quiero muchísimas más cosas, honestidad, inteligencia, comunicación, atractivo físico, aficiones comunes... y un viaje a París).