31.12.11

Una vez al año, no hace daño

Ayer fue 30 de diciembre. Al acostarme pensé que para empezar bien el año, tenía que dejar atrás toda la porquería acumulada durante el año (y en años anteriores). Así desde que me levantara hasta la hora de cenar, calculaba que tenía unas 14 horas para limpiar toda la casa (incluyendo lavar las cortinas del comedor y la habitación y hacer los armarios de la cocina), sacar la basura, el reciclaje e ir al punto limpio, despachar todo el correo atrasado en el buzón del trabajo (unos 18 e-mails informativos) y todo el correo atrasado en el buzón personal (10 e-mails justo antes de acostarme).

Me he levantado una hora más tarde de lo que planeaba (desde hace algún tiempo únicamente me pongo el despertador los días que tengo reunión, y éstos cada vez son más escasos). Últimamente duermo bien (hoy no, me he despertado varias veces por la noche), pero duermo demasiado (según un estudio, dormir más de 8 horas diarias no es saludable y las personas con mayor esperanza de vida son las que duermen entre 6 y 7 horas).

Aunque al final me he escaqueado de cocinar el pollo al curry al que me había comprometido y que me lleva 2 horas, al mediodía ya me he dado cuenta que no podría con todo lo previsto. La limpieza en profundidad lleva mucho tiempo (y además normalmente hay pocas ganas), y los e-mails personales no paraban de llegar.

La lección que he aprendido hoy, es que no se puede hacer en un día lo que no se ha hecho en un año (o en toda una vida). Pero sí se puede empezar, y seguir al día siguiente. Al menos ese es mi propósito de año nuevo, deshacerme de todo lo que no sirva y mantener mi entorno limpio y en orden. Seguramente un exterior ordenado me ayudará a ordenar mi interior.

Feliz año.