6.11.10

Hoy

Hoy estoy de bajón, aunque no me resigno a ello y por eso me he puesto a escribir. Quizás intentando poner en claro lo que siento, consiga quitarme esta sensación de encima. No sé bien cuál es el motivo, quizás las hormonas, quizás que ayer salí, bebí vino y he dormido poco, quizás que ayer vi a E de forma imprevista y me sorprendió que se quedara de copas hasta las 3 de la madrugada e incluso estuviera dispuesto a seguir.

Aunque ya me he recuperado bastante y tengo racionalmente claro que E no es lo que quiero, emocionalmente todavía no he podido sacármelo de encima. Ayer me dio la sensación que en el mes que pasé con él me llevé una versión descafeinada y apática, y a pesar de todo consiguió que me enamorara de él (posiblemente no fue amor, pero no encuentro ahora una palabra mejor para describirlo).

El jueves quedé con E para comer. Me sentí a gusto, aunque noté que un par de veces nos quedamos los dos sin nada que decir. Fueron unos segundos, pero yo lo noté. Cuando quedo con él ya no me planteo sacarle el tema de lo que yo pueda sentir. No veo qué utilidad puede tener para mí exponerme a un rechazo, cuando además sé que aunque él no me rechazara a la larga no me haría feliz, porque la versión descafeinada y apática será insuficiente para mí y ahora sé que existe.

Sin embargo, a veces, cuando hablo con E me da la impresión que me está diciendo que debo tomar la iniciativa y hacer un ataque en toda regla. ¿Por qué sino me explica que cuando a su hija de 15 años le gusta un chico no se corta un pelo y ella se lo dice al chico en cuestión? ¿Por qué me dice el jueves que aunque pensemos que tenemos pocas oportunidades de que algo salga bien, a veces es mayor el coste de no intentarlo que el coste del fracaso?

Soy consciente que hago una lectura interesada de sus palabras. Tanto pueden significar Silvia, a qué estás esperando, dime lo que sientes y te llevarás una sorpresa, como pueden no significar nada de eso. Mi parte racional me dice que no haga caso, que no me está enviando ningún mensaje encubierto, que yo no le gusto y que su relación conmigo es más bien una obligación que ha contraído sin darse cuenta. Al fin y al cabo soy siempre yo la que tengo que proponerle que nos veamos.

Mucha gente me diría que no he de ser tan racional y que he de dejarme llevar por mis emociones. Sin embargo, la experiencia me dice que mi parte racional es la que tiene razón a la larga y que dejarme llevar no me reporta ni satisfacción inmediata (en este caso, ¿qué satisfacción podría encontrar en que me dieran calabazas?) ni satisfacción a la larga (¿qué satisfacción habría en que E se alejara más para no seguir alentando esperanzas en mí?).

Quizás el tema está en que una cosa son las emociones y otra la intuición. Dejarse llevar por las emociones no es positivo. Tomar decisiones en base a intuiciones, en cambio, suele ser un método óptimo, puesto que no requiere tener toda la información y no es necesaria la ardua labor de procesarla en profundidad.

Mi intuición sin embargo muchas veces no me dice nada. Posiblemente estoy poco acostumbrada a prestarle atención. Me distraigo con el análisis racional y la tengo callada. Se me acaba de ocurrir que puede ser interesante, a partir de ahora, antes de empezar con el proceso racional de toma de decisiones, escuchar a mi intuición. Luego hacer como siempre y entonces ir comprobando si mi intuición es fiable. Si lo es, a la larga podré tomar más decisiones intuitivamente y por tanto ser más resolutiva.

Después de escribir todo esto ya me siento mejor ;-)

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