7.11.10

Psicodelia

Hoy ERM me ha invitado a comer. Cuando ya le estaba diciendo que sí va y me suelta que E también vendría. Otra vez el trío. Algo me ha chirriado, pero no le he dado importancia. En teoría, si se supone que somos amigos, deberíamos ser capaces de estar los tres juntos y pasárnoslo bien.

Cuando he llegado a casa de ERM él todavía no había llegado. Ella me ha dicho lo guapa que estaba con lo que llevaba puesto (unos tejanos y una camiseta negra) y me ha preguntado cómo estaba. Como no quería entrar en detalles, y considerando que estoy mejorando, me he limitado a decirle que creía que había entrado en la crisis de los 40. Ella es de mi quinta y no sé por qué he supuesto que con eso me libraría de entrar en más detalle, sobre todo considerando que una parte de mi malestar se debe posiblemente a E, y otra más grande todavía a la relación (no sé de qué tipo) que mantienen ella y E.

Craso error. No se ha conformado con esa simple explicación. Cuando ha llegado E me he visto sometida por parte de ERM a un interrogatorio sobre qué era realmente lo que me pasaba. La situación ha sido bastante psicodélica. Yo intentando echar balones fuera, ERM presionándome, y E agobiándose (creo). Tanto que al final se ha puesto a jugar con el móvil. Básicamente lo mismo que hacía en China.

Aunque sé que son paranoias mías, me daba la impresión que ERM quería que descubriera mis sentimientos por E, y encima delante de él. Al final he tenido que decir que la conversación me incomodaba un poco y que necesitaba tiempo para reflexionar, porque no era capaz de expresar en palabras las sensaciones que tenía.

La tarde sin embargo no ha sido improductiva. Lo más mínimo.

Yo creía que tenía claro lo que quiero en la vida. Quiero que me quieran. Tanto ERM como E se han quedado sorprendidos. Parece ser que ellos lo que quieren es ser ellos los que dan amor. Evidentemente, pensando que el amor ha de ser algo recíproco, en realidad no hay demasiada diferencia. Yo no deseo que me quiera cualquiera, sino que me quieran las personas a las que yo quiero.

El problema de mi punto de vista es que yo espero algo de los demás (que me quieran), y sobre eso no tengo ningún control ni ninguna influencia, con lo cual tengo muchos números para no conseguir mi objetivo. Darse cuenta de esto creo que es un gran paso.

E, que el jueves me dijo que nunca me diría lo que yo tenía que hacer, hoy sí me lo ha dicho, aunque creo que se ha sentido mal haciéndolo. Me ha dicho que tenía que olvidar. Olvidarlo todo para aprender de nuevo. Soy demasiado rígida en mis estructuras mentales y en mi forma de ver las cosas.

Olvidar me da miedo. Y me da miedo convertirme en otra persona. Quiero ser mejor, no sentirme mal ni agobiada, pero no quiero ser otra.

Por cierto, y cambiando totalmente de tema ¿alguien le pone nombre a las plantas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por supuesta, yo tuve mucho tiempo una planta que se llamaba Marta. Creo que Marta murió de sed...