24.5.08

El efecto mariposa

Hace un par de meses calculé cuanta pasta necesitaba para retirarme y no tener que trabajar nunca más. Yo creo que no es mucho, 5 millones de euros, pero lo que sí está claro es que no voy a conseguirlos trabajando.

Pero tengo un plan: ganar en el sorteo del euromillón (en otros sorteos los premios son mucho más bajos, y aunque las probabilidades de que te toquen sean superiores, en la práctica entre nada y dos veces nada, no hay mucha diferencia). Eso sí, para que toque el primer paso es jugar.

Ahora juego con un amigo todas las semanas. Dos columnas siempre iguales. Esta semana le tocaba a él echar el boleto, pero a las 8 de la tarde me llama y me dice que ha ido muy liado y que no ha podido.

No pasa nada, le respondo, esta semana no miramos los resultados y ya está. ¿Pero y si era esta semana La Semana? Como tenía que salir al cine igualmente, cogí el bolso y la chaqueta y me fui corriendo a la administración de loterías. Todavía abierta, todavía esperanzas.

Al final no nos ha tocado, así que probablemente podría haberme ahorrado los 4 euros. Pero también podría ser que si no hubiera jugado no se hubieran consumido esos watios en la máquina validadora, unos electrones no hubieran viajado por la línea eléctrica hasta la administración y en su lugar lo hubieran hecho hasta los bombos con los números, y quizás, sólo quizás, el resultado del sorteo hubiera sido otro. Así pues, considero bien invertidos los 4 euros por haber evitado el huracán que se hubiera producido cuando hubieran salido nuestros números (porque no nos engañemos, al final lo hubiera comprobado).

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