18.5.08

Violencia

El miércoles fui al gimnasio. Clase de tonificación, a las 8. Nunca había ido a esa clase. Vino la monitora y se presentó. Era la sustituta y no sabía el nombre de la sustituida. Nadie en la clase lo sabía (por lo que parece nadie iba a esa clase nunca).

El caso es que yo tenía un ligero dolor de cabeza, pero había decidido ir igualmente. Con las lluvias, los viajes y la punta de trabajo estaba descuidando el culto al cuerpo, y eso no puede ser. Empezamos la clase. Iba más o menos siguiendo, con cara de pocos amigos, hasta que en el calentamiento introdujo algunos movimientos de kick-boxing. Una sonrisa se pintó en mi cara. Y eso me sorprendió. ¿Cómo puede ser que el dar un par de puñetazos al aire cambiara mi humor de una forma tan rápida? Creo que he de introducir las clases de Body Combat en mi entrenamiento. Quizás así sonría todos los días.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una patada bien dada puede valer por mil palabras mal escritas!
Sigue así...
MS