22.3.08

Piropos



El otro día me dijeron que tenía las manos bonitas. Yo no creo que sean bonitas, no tengo los dedos largos y finos, aunque tampoco regordetes. Además, el dedo corazón de ambas manos me hace un quiebro extraño (quizás reflejo de mi corazón propiamente dicho). Lo que sí que sé es que mis manos son expresivas. Cuando hablo se mueven constantemente y a veces he notado que la gente se queda embobada mirándolas. También tienen la medida perfecta, 20 cm, ni uno más ni uno menos. Medida muy práctica, puesto que 5 palmos son 1 m y tres palmos el ancho de un electrodoméstico de medida estándar. Mi cintura, tres palmos y medio. Otra curiosidad de mis manos (bueno, de mi mano izquierda) es que tengo dos líneas de la vida, y desde la última vez que un amigo me leyó la palma de la mano juraría que entre esas dos líneas se han establecido miles de pequeños puentes de interconexión que antes no estaban allí.

Hace varios años también me hicieron un piropo parecido. Tienes los pies bonitos, me dijo I, mientras paseábamos por la playa de la Concha en San Sebastián. Tampoco me parecen unos pies bonitos, pero desde entonces me fijo más en los pies de las personas, no sólo en sus zapatos como he hecho desde pequeña y he llegado a la conclusión que, aunque no los calificaría de bonitos, tampoco tengo unos pies feos.

De todas formas, mi rasgo más piropeado suele ser mi boca, ya sea haciendo referencia a mis labios o bien a mi sonrisa (ok, mi trasero también recibe bastantes piropos, lo admito).

¡¡¡Me encanta que me digan cosas bonitas!!!

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