24.3.08

Trampas

Hoy he hecho una cosa por primera vez en mi vida: me he saltado la mitad de un libro y me he leído directamente los tres capítulos finales para conocer el desenlace. Me he sentido como si estuviera haciendo trampas, pero lo he hecho por necesidad. Mañana debía tener el libro leído para clase de inglés, y me faltaban más de 250 páginas.

Creo que tampoco me he perdido mucho. El libro es Moby Dick (por fin), pero lo estoy leyendo en inglés, con lo que se me hace bastante pesado, todo el rato subrayando las miles de palabras que no conozco: tickled, bamboozingly, yarn, whittling, beget, stark, flukes… por poner una selección de una sola página. Los capítulos centrales, además, son muy descriptivos y sin acción, y por ejemplo explican la clasificación de las ballenas que hace el autor, o cómo los dibujos de las mismas que él ha visto de autores reputados no se corresponden con la realidad.

Pese a que creo que he hecho lo correcto, dada la premura de tiempo, el haber hecho trampas, cosa que nunca hago, me ha dejado un regusto amargo en la boca. Me he acordado de cuando jugando al Uno un fin de año, a S le empezaron a caer cartas de la manga, y por lo que parece, todo el mundo menos yo estaba haciendo trampas. ¡Y encima lo encontraban divertido! También he recordado mi último S-poker, en el que estoy convencida que el ganador hizo trampas, porque tantas manos buenas no se pueden tener.

Lo peor de todo es que no me ha quedado claro si Moby Dick muere o no.

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