26.4.08

Intransigente

Hoy prometía ser un buen día. Luce un sol radiante y los planes eran interesantes (los hubiera preferido con otro acompañante, pero éste no estaba tan mal). Me he levantado con tiempo (creía) y después de desayunar, a ponerme guapa. Sauna facial, mascarilla, depilación (el lunes vuelve a tocar sesión de láser), ducha... Arggg, sólo me queda media hora más, y la casa hecha un desastre.

First things, first. Vestirme, preparar el bolso, meter los platos sucios en el lavaplatos (primero sacar los limpios), fregar lo que no puede ir al lavaplatos. Aix, se me olvidaba, un poco de maquillaje y echarme la eau de toilette. 5 minutos para la hora. Segunda fase, sacar la basura. Justo a tiempo. Las 11:00 y ya estoy lista. Ahora, mientras espero los 15 minutos de cortesía, voy doblando la ropa que he destendido y está encima de la mesa, pego una barrida a la cocina, recojo los papeles del trabajo... Las 11:20. Mmmm, odio que me hagan esperar. Daré margen hasta las 11:30. Como llevo los relojes un poco adelantados y para no ser injusta, me fijaré en la hora del PC, que al fin y al cabo está sincronizada con la hora de los relojes de Microsoft. Echo unas partidas de Spider mientras espero (seguro que si saco la plancha, pican a la puerta).

Hoy debo estar jugando muy rápido, porque las partidas pasan pero no los minutos. 11:26, 11:28, 11:28 de nuevo... Ya no sé si tengo ganas que me piquen a la puerta ahora o que pasen estos dos minutos más y pueda dar rienda suelta a mi indignación. La partida se complica y cuando la acabo 11:33. That’s it. Voy a bajar el reciclaje y así me aireo. Ya estoy en la puerta y empiezo a oír el timbre. Bueno, debe ser él, ahora lo veré cuando baje. El timbre sigue sonando y sonando.

Lo siento, pero esperar más de media hora me parece una pasada. Cancelamos lo de hoy. No he dado ninguna oportunidad, ni siquiera un café, ni siquiera mañana. Bueno, así se aprende ha dicho él, ya lo sé para la próxima vez. Pero es posible que no haya próxima vez. Hoy he sido una intransigente, pero quizás sólo era una excusa para acabar algo que puede convertirse en una bola de nieve por la que no quiero verme arrastrada.

He vuelto a casa y mientras decidía que hacer con el resto de día que me queda, he revisado un blog que tenía relegado al olvido (un olvido impuesto, desgraciadamente me cuesta mucho olvidar). No me ha gustado lo que he leído, me ha puesto triste. Así que parece que hoy va a ser un día de promesas incumplidas.

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