Dicen que los olores son uno de los más poderosos disparadores de recuerdos. A mí me sucede también con los sabores.
El olor a coche nuevo me lleva inmediatamente a Toledo, a uno de mis primeros viajes de trabajo. El sabor de los pepinillos agridulces me recuerda a las estepas de Mongolia. De Toledo me acuerdo poco (al fin y al cabo subo a pocos coches, y menos a coches nuevos). El sabor a Mongolia está siempre en mi nevera.
9.4.08
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